Movilidad social y desigualdad del ingreso
Inter-generational mobility in education outcomes is significantly associated with static income inequality as measured by the Gini coefficient (Figure 3.8).26 Societies that are less mobile tend also to exhibit high levels of inequality. In Latin America, only Costa Rica and Honduras seem to be outliers, with social mobility much higher than expected given their distribution of income.27
La movilidad intergeneracional en los niveles educativos alcanzados está estrechamente asociada a la desigualdad estática del ingreso, medida con el coeficiente de Gini (gráfica 3.8).26 Las sociedades que son menos móviles tienden a presentar asimismo elevados niveles de desigualdad. En América Latina, sólo Costa Rica y Honduras parecen salirse de esta pauta, con una movilidad social mucho mayor de lo que cabría esperar por su distribución de la renta.27
Esta correlación puede interpretarse de varios modos. Según el modelo de Solon (2004), los mismos factores que afectan a la movilidad intergeneracional (retorno privado al capital humano, progresividad de la inversión pública en educación y otros factores transmisibles tales como las habilidades, la raza o las redes sociales) determinan igualmente la distribución transversal de la renta a largo plazo. En el periodo de transición, un descenso de la desigualdad de ingresos (debida, por ejemplo, a cambios en la prima salarial o en la rentabilidad de la educación) o un incremento de la progresividad del gasto público en educación causaría una multiplicación de la movilidad social.
Sin duda, existe una correlación claramente positiva entre menor movilidad y mayores retornos a la educación (gráfica 3.9, panel superior). La mayoría de los países latinoamericanos presenta de hecho tanto una rentabilidad de la educación superior a la de los países de la OCDE, como una correlación más fuerte entre la educación de padres e hijos.
Gráfica 3.9. Retornos a la educación, gasto público en educación y movilidad social

La inversión progresiva en educación financiada por el sector público podría, en principio, igualar las oportunidades para los niños procedentes de contextos socioeconómicos diferentes. La evidencia empírica muestra una relación negativa entre la correlación intergeneracional de los resultados educativos y el gasto público en educación,28 lo que parece indicar que la inversión pública en este ámbito podría promover la movilidad en la región (gráfica 3.9, panel inferior).
Pero el problema es que no sólo el gasto en educación es reducido en la región, sino que éste es poco eficaz a la hora de generar movilidad. Todos los países, con la excepción de Costa Rica y El Salvador, presentan niveles de movilidad inferiores a lo que cabría esperar vistas sus respectivas tasas actuales de inversión pública en educación. Para ser eficaz, las políticas tendrán que abordar tanto la calidad como la cantidad de la educación. Esta conclusión está acorde con los hallazgos para países de la OCDE que muestran que la forma en que se emplea el gasto es a menudo más importante que la cantidad que se invierte.29
Pero el gasto público es sólo parte de la cuestión. Un limitado acceso al crédito o al ahorro de los hogares desfavorecidos o de estrato medio puede constituir asimismo una barrera seria para la inversión en capital humano30 y, en América Latina, el acceso es tan restringido, que es probable que esté frenando a los niños en continuar sus estudios. Y esto, a pesar de que las encuestas sugieren que los estratos medios de la región valoran la educación y están dispuestos a contribuir a sus costes directos o indirectos (véase el recuadro 3.1 en relación con los países andinos). Por consiguiente, en el ámbito de la educación, existen buenas razones de eficacia para que las políticas intenten fomentar el acceso de los estratos medios al financiamiento, a lo que pueden sumarse los beneficios añadidos en términos de movilidad que se derivarán de unos mercados financieros nacionales más desarrollados y de un mayor acceso a éstos.31