Movilidad educativa
Gráfica 3.1. Correlación intergeneracional del nivel educativo

Al parecer, la educación de los padres tiene gran incidencia en los resultados educativos de los hijos (gráfica 3.1).14 Si se mide la proporción de la variación del nivel educativo de un niño que se explica por la variación del nivel educativo de sus progenitores, existe un grado significativo de transmisión de una generación a la siguiente.15 Además, no hay tendencia descendente; incluso entre las cohortes jóvenes, la educación de los padres explica más del 60% de la variación.16 En general, estos resultados coinciden con los obtenidos en aquellas encuestas nacionales de hogares que contienen información sobre la instrucción de los progenitores.17
El desglose por países de este resultado regional pone de manifiesto notables diferencias (gráfica 3.2). Guatemala, por ejemplo, tiene los coeficientes más altos en todos los indicadores, lo que implica una menor movilidad. En el otro extremo de la escala, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Colombia presentan niveles de movilidad considerablemente más elevados. La situación de Chile resulta sorprendente, ya que arroja niveles de movilidad bajos con esta medición.
Gráfica 3.2. Correlación intergeneracional del nivel educativo

Las anteriores diferencias económicamente significativas. Por ejemplo, las elasticidades subyacentes suponen que una diferencia de 4 años en la educación de los padres implicará, en promedio, 1.6 años más de educación en la próxima generación en Costa Rica, mientras en Guatemala el resultado equivalente será de 3.4 años. Dado que el valor de un año de escolaridad adicional es del 12% –la rentabilidad media de la educación en América Latina–,18 estos años adicionales podrían traducirse en un diferencial salarial de entre el 19% y el 41%, respectivamente.19
América Latina en el contexto mundial
En términos de movilidad educativa, los países latinoamericanos ocupan puestos muy rezagados en la clasificación mundial, no sólo en relación con los países de la OCDE, sino también con respecto a sus homólogos en desarrollo (gráfica 3.3). Al parecer, al marcado nivel de desigualdad estática de los ingresos de la región puede añadirse ahora también un acceso muy desigual a las oportunidades de progreso.20
Gráfica 3.3. Correlación entre la educación de padres e hijos (correlación media de la escolarización padres-hijos, de 20 a 69 años)

Movilidad y estratos medios
¿Se repite este panorama preocupante en todos los niveles de educación? Para hallar la respuesta, pueden adoptarse dos puntos de vista.
El primero consiste en observar la correlación entre la educación de padres e hijos en diferentes niveles de educación de los hijos (gráfica 3.4). Tanto para mujeres como para hombres, la importancia de la educación de los padres disminuye a medida que se alcanzan niveles educativos más altos. Por lo tanto, para aquéllos con un nivel de educación bajo o mediano, el contexto educativo de los padres tiene mayor peso que para quienes ocupan la parte superior de la distribución. ¿Y en qué punto de este esquema se sitúan los estratos medios? Si se combinan los datos de hogares del cuadro 3.1 con los datos empleados para la gráfica 3.3, el resultado parece indicar que los niños de los estratos medios se encontrarán en términos generales en los deciles quinto y sexto de la gráfica 3.4. La incidencia de la educación de los padres en esos deciles no difiere significativamente de la del tramo más bajo de la distribución, mientras que es notablemente más fuerte que en el noveno decil (cuyos integrantes tienen un promedio de 15 años de escolaridad).
Gráfica 3.4. Correlación entre la educación de padres e hijos

El segundo método para considerar la movilidad educativa consiste en computar matrices de transición entre el nivel de educación más alto alcanzado por los padres y el grado más elevado logrado por los hijos, diferenciando igualmente por sexos, lo que se ha plasmado en la gráfica 3.5. Cuando los padres tienen un nivel educativo muy bajo, existen grandes probabilidades de que los hijos logren un mejor rendimiento. Por ejemplo, una persona cuyos padres sean analfabetos tendrá casi un 80% de probabilidades de conseguir al menos cierta educación primaria. Se trata de la misma tendencia general ya identificada en el cuadro 3.1 de rápido aumento del nivel educativo en la parte inferior de la distribución. Sin embargo, en los niveles de educación asociados a los estratos medios ("cierta educación secundaria" y algo más), la movilidad es mucho menor, mientras que en el extremo superior de la distribución vuelve a incrementarse la influencia positiva de los logros de los progenitores. El cuadro 3.A1 del anexo estadístico presenta las matrices de transición completas.
Gráfica 3.5. Probabilidad de lograr un nivel de educación superior al de los padres dado el nivel educativo de éstos

Las conclusiones son básicamente las mismas. Cuando los padres tienen un nivel educativo bajo ("analfabetos" a "primaria completa"), por lo general, los hijos logran un mejor rendimiento. En la parte central de la distribución ("secundaria incompleta" y "secundaria completa"), el nivel de educación alcanzado por los descendientes tiende a llegar como máximo a la educación secundaria completa. Pese a que este grupo posee mejor acceso al grado terciario, la brecha con aquellos cuyos padres han cursado estudios universitarios sigue siendo grande. Por ejemplo, de cada 100 niños cuyos padres no han acabado la educación secundaria, aproximadamente 10 terminan estudios terciarios, mientras que para aquellos cuyos padres son titulados universitarios las correspondientes cifras son 58 para las mujeres y 47 para los hombres. Para situar esto en contexto, cerca del 80% de la cohorte analizada de personas de 25 a 44 años tiene padres con educación secundaria incompleta o menos nivel.21 La buena noticia es que para quienes parten con los antecedentes familiares más desfavorables parece haber movilidad ascendente y, por otra parte, es muy improbable que se registre movilidad descendente entre quienes encabezan la distribución. Pero los estratos medios parecen estancados, incapaces de entrar en la educación terciaria22, puesto en evidencia por la forma en U de la gráfica.
Cohortes jóvenes
Los datos empleados hasta ahora para medir la movilidad se han basado en personas que han dejado la etapa educativa tras ellas (al menos 25 años de edad en 2009). Por ende, el análisis queda abierto a crítica, ya que podría no recoger los cambios por las medidas de políticas más recientes. Desde la perspectiva de la política educativa, puede ser de interés centrarse en la población que aún se encuentra en el sistema educativo, ya que ésta será la destinataria de cualquier intervención que se lleve a cabo en la actualidad.
Algunos investigadores ha seguido este enfoque en América Latina.23 Sus estudios han analizado la importancia del contexto familiar (educación e ingresos de los padres, entre otras variables) a la hora de explicar las variaciones de la brecha de escolaridad entre hogares –la diferencia entre el nivel más alto alcanzado por el niño y el nivel en el que debería estar en función de su edad–. La idea subyacente es que, cuando el entorno familiar constituye un factor explicativo de peso, es más probable que esas características persistan a lo largo de generaciones y, por ende, que la movilidad sea menor.
Para hacer la prueba, puede seguirse la evolución de un índice de movilidad social (IMS) elaborado para este tipo de análisis (gráfica 3.6). En 11 de los 16 países considerados, la movilidad ha aumentado (aunque el cambio sólo es estadísticamente significativo en Brasil, Chile, Perú y Venezuela), mientras que ha descendido considerablemente en Colombia y Uruguay. El resultado esbozado indica, pues, que algunos países han mejorado la movilidad en fecha reciente. Chile y Perú, por ejemplo, que resultan ser países de escasa movilidad en el análisis de cohortes de más edad, parecen mucho más móviles según la presente medición. En el caso de Chile, esto coincide con la comprobación empírica de que la incidencia del contexto familiar en la explicación de las puntuaciones en pruebas de matemáticas ha disminuido notablemente en la última década.24
Gráfica 3.6. Índice de movilidad social (mediados de los años 1990 frente a mediados de los años 2000)
