Gran parte de los periodistas, investigadores y otras personas que se han interesado recientemente por el papel económico de los estratos medios en el desarrollo económico se ha referido a este grupo como "clase media". En el presente estudio, se ha optado por no emplear la expresión clase media por diversos motivos. Desde el punto de vista sociológico, se supone que una clase social posee cierta homogeneidad de características y posiblemente también una conciencia de su identidad y su función como grupo; en este sentido, Marx hizo hincapié en la propiedad de bienes inmuebles; Weber, en los títulos educativos; y Erikson y Goldthorpe, en el puesto de trabajo.21 Los estratos medios latinoamericanos descritos en los apartados anteriores de este capítulo son, por el contrario, heterogéneos, tanto en el seno de cada país como en comparación con los estratos medios de otros países de la región. Esta heterogeneidad de los estratos medios es particularmente pronunciada en el ámbito de su comportamiento en el mercado laboral y de la informalidad. En consecuencia, sería impreciso equiparar a los estratos medios identificados en esta publicación con la clase media latinoamericana.

Por otra parte, los historiadores de la clase media han insistido en que los valores y las percepciones de este grupo tenían tanta importancia como su categoría de ingresos. Este tipo de dinamismo de la clase media es la piedra angular de la "ética protestante", identificada por Max Weber como fuente del desarrollo capitalista.22 Pero, tal y como lo ha mostrado este capítulo, los estratos medios latinoamericanos no son los más propensos a ser emprendedores, sino que son los acomodados latinoamericanos quienes tienen mayor probabilidad de ser dueños de un negocio (recuadro 1.1). De igual modo, aunque las actitudes políticas de los integrantes de la clase media — a favor de la democratización y de plataformas electorales moderadamente progresistas — son propias de numerosas historias de este grupo en otras partes del mundo, el capítulo 4 pondrá en evidencia que las preferencias políticas de los estratos medios latinoamericanos son considerablemente más complejas y, por lo general, sus actitudes y percepciones son heterogéneas y no concuerdan de forma general con los valores estereotipados de la clase media (recuadro 1.3).

Recuadro 1.3. Ser de clase media y sentirse de clase media

Ser de clase media no es lo mismo que sentirse como tal.23 En América Latina, sólo el 40% de quienes se consideran a sí mismos de clase media entraría en la categoría de estratos medios desarrollada en la presente publicación; el resto de quienes se autodefinen como latinoamericanos de clase media son, con casi idéntica probabilidad, personas desfavorecidas o acomodadas. Si se pregunta a los latinoamericanos en qué nivel se sitúan en una escala de 1 a 10, donde 1 equivale a “los más desfavorecidos del país” y 10 a “los más acomodados”, el 37% se ubica en los tramos 4 y 5; el 42%, en los más bajos; y sólo el 20%, en los más elevados. Compárese esto con la definición 50-150 (es decir, aquellos que ganan entre un 50% y un 150% del ingreso mediano), según la cual el 42% de los latinoamericanos pertenece a los estratos medios.24
Se deduce, pues, que existe una gran diferencia entre las personas de los estratos medios y aquellas que se consideran a sí mismas de clase media y, quizá, este último grupo sea el que más importancia revista para los resultados económicos. Para caracterizar a aquellas personas que no entran dentro de la definición 50-150 pero con todo se autocalifican como integrantes de la clase media, puede recurrirse a los datos de encuestas complementarias a las encuestas nacionales de hogares. Por lo general, se trata de jóvenes que han completado al menos la educación secundaria; provienen de familias más reducidas que las de los desfavorecidos, pero más numerosas que las de los acomodados; han logrado acumular algunos bienes duraderos, aunque no tantos como los más acomodados; y trabajan en una empresa a las órdenes de un jefe o un supervisor.

Motivaciones de la clase media

Resulta difícil estar seguro de que las virtudes a menudo atribuidas a la clase media (energía emprendedora, mayor propensión al ahorro, progresismo político) constituyan características reales a menos que pueda demostrarse que la clase media está motivada por factores diferentes de los que siguen las otras categorías de ingresos.
Los sondeos internacionales Gallup World Poll recogen en qué medida la población se siente feliz con su vida o cuáles son su situación económica o sus preocupaciones personales. Sus datos confirman que los latinoamericanos que se autoincluyen en la clase media tienen motivaciones diferentes a las de sus compatriotas desfavorecidos o acomodados. En concreto, algunas características de sus vidas hacen más felices a los miembros de la clase media que a otras personas: por ejemplo, tener uno o más hijos los hace más felices que a quienes se consideran desfavorecidos, para los que la familia es una carga, y se sienten satisfechos de ser clientes de un banco y disponer de un talonario de cheques o una tarjeta de crédito. Paradójicamente, su felicidad depende menos de la posesión de bienes y no dejan que las preocupaciones económicas amarguen en exceso su vida, en contraste con los pobres (por necesidad) y los ricos (quizá por ambición o miedo).
Más importante si cabe, las personas que se consideran a sí mismas de clase media no piensan como los integrantes de los estratos medios. Aquéllas disfrutan de la modernidad, entendida ésta no sólo como el uso del sistema financiero, sino también como la posibilidad de estar conectadas a otras personas por teléfono móvil o Internet. Su satisfacción en la vida está menos supeditada al nivel de ingresos o a las incertidumbres económicas que la de quienes se hallan en los estratos medios; del mismo modo, su felicidad no depende tanto de la seguridad de disfrutar un matrimonio estable. Todo lo anterior desvela que las personas que dicen pertenecer a la clase media se sienten más seguras y complacidas con su situación económica y menos esclavas de los ingresos y las posesiones que los estratos medios definidos objetivamente.
Sin duda, lo ideal para una sociedad no es contar sencillamente con un nutrido grupo de personas en los estratos medios, sino más bien con personas que realmente se identifiquen con los valores posmodernos y no materialistas de quienes se autodefinen como clase media. Si ser de clase media se interpreta como sentirse como tal, entonces serán más bien los educadores, formadores de opinión, pensadores y artistas (y no sólo los economistas o los Gobiernos conducidos por el bienestar material o el crecimiento económico) quienes constituyan los verdaderos artífices de un cambio efectivo.
Fuente: Fajardo y Lora (2010).

Las objeciones comunes que pueden hacerse tanto a los enfoques sociológicos como a los históricos que equiparan los estratos medios con la clase media es que tradicionalmente definen a ésta en relación con variables imperfectamente correlacionadas con los ingresos, tales como actitudes, valores, niveles de capital humano o categoría de empleo. De hecho, las personas de clase media podrían tener los mismos ingresos que los integrantes de un estrato inferior, y la historia de América Latina ofrece buenas muestras de ello. A título de ejemplo, recuérdense los movimientos de la "empleocracia" en la primera mitad del siglo XX en Perú: las organizaciones de oficinistas lucharon por conseguir aumentos salariales, una jornada laboral de ocho horas y otras mejoras de sus condiciones laborales precisamente porque su posición social los "obligaba" a gastar más en ropa, vivienda y otros símbolos de estatus, que los obreros, cuyos ingresos, en realidad, eran a menudo similares a los de los empleados.25

En relación con la pregunta de si los integrantes de los estratos medios son las mismas personas que los miembros de la clase media se halla el interrogante de si los desfavorecidos son los mismos que los pobres. Nuestro interés por los estratos medios está motivado, explícitamente, por la distinción entre el papel económico de éstos y el de las personas que se hallan en la parte inferior de la distribución de la renta. Si bien numerosos estudios de las economías de la OCDE recurren al 50% del ingreso mediano como línea de pobreza relativa, puede que una delimitación de este tipo sea demasiado conservadora en el contexto latinoamericano. De ser así, nuestro grupo desfavorecido será menor que el de los pobres, medido éste por las líneas de pobreza nacionales o internacionales, en algunos países.

De hecho, la relación entre el límite de ingresos del estrato medio bajo y las líneas de pobreza nacionales que miden la incidencia de la pobreza extrema y moderada varía de un país a otro (gráfica 1.10). En Chile y Costa Rica, el 50% del ingreso mediano se acerca o incluso supera la línea de la pobreza moderada. En México y la República Dominicana, por su parte, el límite de ingresos del estrato medio bajo es similar a la línea de la pobreza extrema. Por último, en Argentina, Brasil y Perú, el límite se sitúa entre las líneas de pobreza extrema y moderada. Para la región en su conjunto, el 50% del ingreso mediano no es una línea de pobreza irrealista, pero tiende a ser conservadora en relación con las líneas de pobreza nacionales. Dicho de otra forma, la medición de los desfavorecidos contemplada en Perspectivas representa, en numerosos países de la región, si no en la mayoría, un grupo más pequeño y más pobre que los moderadamente pobres.26

Gráfica 1.10. Población desfavorecida y líneas de pobreza nacionales

Gráfica 1.10. Población desfavorecida y líneas de pobreza nacionales