Los hogares de los estratos medios se benefician menos del gasto social
La importancia del sector público para el bienestar de los desfavorecidos queda evidenciada por el hecho de que, en promedio, las prestaciones públicas conforman cerca del 50% de los recursos totales de los hogares de ingresos bajos en los dos países objeto de estudio. Las familias de los estratos medios, por su parte, se benefician mucho menos de los programas sociales; y así, el acceso de estos estratos a la educación o la salud públicas es manifiestamente mucho más limitada (gráfica 4.10).
La provisión de respaldo público para los servicios básicos se ve claramente afectada por la situación de ingresos de las familias. Aquellas más acomodadas, que pueden permitirse sustitutivos privados, cuentan con pocos incentivos para recurrir a los servicios públicos cuando tienen una mala consideración de la calidad de éstos. Tal y como se demostró sobradamente en el capítulo 3, éste es sin duda el caso de la educación. Por consiguiente, es probable que las familias de los estratos medios, precisamente el grupo con los recursos y los alicientes para educar a sus hijos, se decanten a favor de la provisión privada de este servicio. Y lo mismo puede decirse de la asistencia sanitaria. Esto resalta una limitación del análisis impuestos-prestaciones, que asume implícitamente que los servicios públicos son de parecida calidad que los del sector privado. Si la educación y la asistencia sanitaria proporcionadas por el servicio público (servicios mayoritariamente recibidos por las personas desfavorecidas y los estratos medios) adolecen de falta de calidad, se valorarán menos sus beneficios.
Gráfica 4.10. Recepción efectiva de prestaciones sociales por deciles de ingresos, 2006 (promedio ponderado, porcentaje de la renta media disponible total)

Si se desglosan los componentes, sobresale que el valor de la educación pública es el elemento que más contribuye al cálculo impuestos-prestaciones de las familias desfavorecidas (gráfica 4.10).20 El gasto público educativo sigue un modelo degresivo a medida que aumentan los ingresos. La educación pública para las familias de ingresos bajos representa un 8.1% estimado de la renta media disponible total en Chile, frente al 4.7% para los estratos medios; y un 12.6% en México frente al 9.8% para los estratos medios. Expresado como proporción de la renta media de los correspondientes deciles, el contraste es aún más marcado: la educación representa un impulso a los presupuestos familiares del 29.5% para los hogares chilenos de ingresos bajos, frente al 6.4% de sus compatriotas de los estratos medios; y del 33.3% frente al 11.4% en México.
En términos de efectos, la asistencia sanitaria es el segundo mayor elemento. El gasto en esta partida presenta un patrón relativamente degresivo en Chile y México, y representa, respectivamente, el 19.0% y el 11.6% de la renta disponible de los deciles desfavorecidos; las correspondientes cifras para los estratos medios son el 6.1% en Chile y el 6.3% en México.
Por último, y como cabía esperar, la mayor parte de las transferencias en efectivo se destinan a las familias desfavorecidas, para quienes representan una sustancial proporción de su renta disponible. Para los estratos medios, dichas transferencias desempeñan una función netamente menos importante, ya que, tradicionalmente, los hogares incluidos en este grupo son lo suficientemente pudientes como para no tener derecho a la mayoría de posibilidades de dicha asistencia. Pese a ser positivo, el efecto es mínimo.