Mejorar el crédito y financiamiento a las pymes en la región: tendencias e instrumentos novedosos.
Soluciones de apoyo al financiamiento más innovadoras están empezando a coexistir con los instrumentos tradicionales en América Latina, en una búsqueda de satisfacer las exigencias específicas de las pymes según su tipología. En los últimos años se han multiplicado en la región iniciativas novedosas, como los programas de apoyo al financiamiento de las pymes según sector, tamaño y tipo de empresa, los fondos para financiar innovaciones y exportaciones, o el apoyo no financiero para mejorar la gestión y la cultura empresarial. Aunque no existen en todos los países, se están difundiendo iniciativas para apoyar las empresas según su etapa de vida y potencial de crecimiento, lo que favorece la creación de empresas innovadoras o de base tecnológica a través de incubadoras y programas de provisión de capital (como semilla y de riesgo)22. Además, la expansión de Internet ha permitido el desarrollo de nuevos mecanismos de apoyo en línea, que en muchos casos han representado importante avances para agilizar y hacer más veloces los procesos.
Programas inovadores incluyen apoyo al financiamiento de las pymes según sector, tamaño y tipo de empresa, fondos para financiar innovaciones y exportaciones, o el apoyo no financiero para mejorar la gestión y la cultura empresarial.
A continuación se presentan las principales tendencias y novedades en términos de instrumentos de apoyo al financiamiento a las pymes en los países de América Latina.
Atenuar problemas de información
Uno de los principales obstáculos de las pymes para acceder al crédito en la región son las asimetrías e insuficiencias de información. Estos problemas se reflejan en el exceso de trámites burocráticos para la presentación de solicitudes de financiamiento, los requerimientos para armar los proyectos a financiar, y hasta el desconocimiento de las pymes sobre los productos disponibles. Para reducir estas barreras, el fortalecimiento y mejoría de los servicios empresariales ha empezado a ser percibido en varios países como una forma adicional y efectiva de mejorar el acceso al crédito de las pymes. Con este propósito, se está intensificando el apoyo no financiero a las pymes a través de medidas alternativas, como la oferta de asesorías, capacitación y servicios de asistencia en la gestión empresarial. Ejemplos destacados de estos servicios no financieros son el de SEBRAE de Brasil y el Programa de Extensionismo Financiero de México23.
Las instituciones financieras públicas y los gobiernos de la región pueden ser esenciales en favorecer la creación de un ambiente empresarial favorable. En años recientes se registra un interés creciente hacia el estudio de instituciones y políticas públicas para promover el emprendimiento empresarial de las pymes y el desarrollo de un clima de negocios propicio a éstas (Kantis et al., 2005). Existe consenso sobre la importancia del papel que los gobiernos pueden desempeñar en la provisión de un ambiente institucional adecuado, y en particular, respecto de los problemas de asimetrías de información. Pese a que en varios países latinoamericanos se están aplicando acciones en esta dirección, todavía hay un amplio margen en las políticas públicas para reducir el desconocimiento de los empresarios de las pymes sobre instrumentos de financiación, herramientas de presupuesto y contabilidad. La transparencia de las prácticas contables y la adopción de diferentes regulaciones de gobernanza corporativa son terrenos donde pueden avanzar los emprendedores pymes de América Latina (OCDE, 2006).
Factoraje y leasing
La multiplicación de la oferta de instrumentos de apoyo a las pymes en la región avanza en la tendencia de brindar un paquete integral de servicios financieros. Bancos comerciales, agencias de fomento y bancos de desarrollo están fomentando el uso de nuevos instrumentos financieros, entre los que destacan los sistemas de pagos electrónicos, las tarjetas de crédito y los servicios de leasing y factoraje (factoring)24. Con el factoraje, las pymes obtienen liquidez inmediata sobre las ventas realizadas a cierto plazo, lo que mejora el flujo de caja de la empresa y permite transferir el riesgo de no pago25. El factoraje electrónico, que permite el cobro inmediato de las facturas pendientes mediante el otorgamiento de liquidez de una institución financiera, se está imponiendo como alternativa superior al factoraje tradicional, donde las empresas proveedoras recurren a terceros (denominados “factores”) para descontar los documentos a cobrar recibidos por las firmas compradoras.
La tendencia a ampliar con nuevos instrumentos la oferta de productos financieros responde a la necesidad de atender a los diferentes segmentos empresariales que coexisten en el universo pymes. El desarrollo de estos instrumentos ha sido facilitado también por la difusión de servicios bancarios en línea, que permiten a las empresas utilizar el sistema bancario aunque no tengan sucursales próximas.
Destaca el caso del factoraje electrónico del Programa Cadenas Productivas de NAFIN (México), que permite a empresas de las cadenas productivas contar con liquidez inmediata, obteniendo financiamiento sobre las cuentas por cobrar mediante el descuento electrónico de sus facturas antes de la fecha de vencimiento. En la práctica, el financiamiento es otorgado por NAFIN, que como entidad de segundo piso incentiva la participación de otras instituciones financieras bancarias y no bancarias con tasas atractivas. El plazo de financiamiento es de 30 a 120 días y no se cobran comisiones. De esta manera, el programa garantiza al proveedor una liquidez mayor y más rápida que si recurre al factoraje tradicional, superando los problemas de costos y plazos que afectan el crédito a las pymes (Leucona, 2009). Por el número de empresas incorporadas y los montos financiados, el programa ha resultado ser muy exitoso26. Además, permite a las grandes empresas fortalecer sus relaciones con los proveedores, y a las pymes generar un historial de crédito que les favorezca para obtener financiamiento de mayor plazo.
Dentro de los programas de factoraje se destaca el Programa Cadenas Productivas de NAFIN (México), que permite a empresas contar con liquidez inmediata, obteniendo financiamiento sobre las cuentas por cobrar mediante el descuento electrónico de sus facturas antes de la fecha de vencimiento.
Financiamiento para empresas en cadenas productivas
Un ejemplo de instrumento específico para ciertas pymes desarrollado en la última década son los programas de financiamiento a cadenas productivas. En México, el Programa Cadenas Productivas de NAFIN realiza desde 2002 este tipo de asistencia a las pymes29, y actualmente cuenta con 584 cadenas en operación. El programa tiene presente la necesidad de que estos actores cooperen y trabajen en redes y busca fomentar la inserción de las pymes en las cadenas de valor. Ha logrado reducir eficazmente los procedimientos de acceso al crédito por parte de las pymes (con ayuda de la introducción de instrumentos como el factoraje electrónico), y ha contribuido a reducir uno de los problemas más críticos del sistema productivo mexicano, es decir, la desintegración de las cadenas productivas desde los años noventa28.
Financiamiento inicial y generación de nuevas empresas
La falta de financiamiento persiste como uno de los obstáculos principales para la creación de nuevas empresas en América Latina: los bancos tienden a considerar una empresa naciente como un actor de alto riesgo y sin historial crediticio, lo que limita el crédito comercial y obliga a las empresas al autofinanciamiento o a préstamos informales de conocidos, familiares o proveedores en sus primeras etapas de existencia. Por estas razones, la intervención del sector público es sumamente importante en este ámbito para fomentar la inclusión de estos actores en los sistemas financieros, ya que estas empresas suelen ser muy dinámicas y capaces de transformar las economías y generar externalidades positivas mediante la innovación, productividad y empleo. Como las necesidades financieras de las empresas cambian según su etapa de desarrollo, una estrategia de apoyo financiero debe ofrecer alternativas para las diferentes etapas empresariales, asignando recursos a la fase de arranque y de sus primeros años. Asimismo, en las cuatro etapas que transitan las empresas –gestación, inicio, crecimiento, consolidación– se puede reconocer igual número de categorías de instrumentos de apoyo financiero: apoyo técnico e incubadoras; capital semilla; capitalistas ángeles; capital de riesgo (venture capital) (Echecopar et al., 2006).
En América Latina se están comenzando a promover mecanismos de apoyo técnico y financiero completos para la creación de empresas, en particular para aquellas con mayor potencial de crecimiento, como las empresas innovadoras y de base tecnológica. Aunque la evidencia empírica de sus resultados es escasa, en la mayoría de los países se están impulsando incubadoras de empresas; varios países tienen también programas de capital semilla e iniciativas para impulsar la industria de capital de riesgo, que está todavía en etapa incipiente, como también muestran los pocos casos de capitalistas ángeles. A pesar de los avances, los resultados de estas iniciativas son bastante heterogéneos y todavía se desconoce su efectividad por la falta de mecanismos de evaluación de impacto.
Gestación: apoyo técnico inicial e incubadoras de empresas. En la mayoría de los países de la región hay iniciativas de esta índole29. En esta fase inicial, los instrumentos de apoyo a la creación de empresas abarcan no solo aspectos financieros sino que incluyen programas de asistencia técnica de las agencias de promoción de las pymes para las incubadoras de empresas o los centros locales de apoyo, así como otros servicios de desarrollo empresarial. En Colombia, bajo el liderazgo del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) se ha desarrollado el Sistema Nacional de Creación e Incubación de Empresas, creado mediante una alianza entre actores públicos (gobierno, alcaldías), privados (empresas, cámaras de comercio y sindicatos) y educativos (formación técnica y universidad). Este programa ofrece servicios de capacitación para la gestión empresarial, mejorar la formación de los emprendedores desde una perspectiva empresarial y de interacción con clientes y proveedores30.
Inicio: capital semilla. La intervención más utilizada en muchos países para apoyar las empresas nacientes es el otorgamiento de subsidios directos bajo la forma de capital semilla. Programas exitosos de este tipo se encuentran en Brasil, con el Fondo Criatec del BNDES y el Programa Innovador de la Financiadora de Estudios y Proyectos (FINEP); en Chile, con el programa Capital Semilla de la CORFO y Capital Emprendedor del Servicio de Cooperación Técnica (SERCOTEC) (recuadro 3.4), y también en Argentina, Colombia, El Salvador y México. En Colombia, en el marco del SENA se ha creó el Fondo Emprendedor para apoyar proyectos empresariales innovadores de profesionales recién egresados. En Brasil, el Criatec fue creado en 2007 con recursos del BNDES y está enfocado en las empresas innovadoras de sectores con alta intensidad tecnológica, como tecnologías de información, biotecnología, nuevos materiales, nanotecnología y agronegocios.
El Sistema Nacional de Creación e Incubación de Empresas en Colombia, el Fondo Criatec en Brasil y el CORFO, son ejemplos de apoyo técnico y financiero para la creación de nuevas empresas.
Crecimiento y consolidación: capitalistas ángeles y venture capital. En cuanto a las iniciativas de venture capital, en algunos países las agencias y/o los bancos de desarrollo promueven la formación de fondos de inversión e incluso realizan aportes a esos fondos. En Brasil, donde existe un mercado de capitales fuertemente regulado por entidades independientes, FINEP y BNDES son instituciones importantes para la promoción de capital de riesgo y ambas participan en fondos de inversión, como el Programa de Fondos de Inversión BNDESPAR del BNDES, con el propósito de ampliar la capitalización de empresas de diferentes tamaños. Lanzado en 2000, el Programa Innovar de FINEP promueve la creación de un sistema de capital de riesgo para las pymes de base tecnológica; hasta 2009 habían sido apalancados alrededor de USD 45 millones, con la expectativa de beneficiar a cien empresas en los tres años siguientes (Matos, De y Arroio, 2011). En Chile, la CORFO también provee créditos de largo plazo para que los fondos de inversión aporten en empresas innovadoras (recuadro 3.4). En México existe el Programa Emprendedores de NAFIN, mientras que en Colombia BANCOLDEX propone incentivos a la creación de fondos de capital privados. Por otro lado, el desarrollo de las redes de capitalistas ángeles es todavía débil en la región, y los programas existentes –como la Red Capitalistas Ángeles de CORFO en Chile, o el Programa de Empresas Madrinas de SEPYME en la Argentina– han sido poco utilizados31. El hecho de que los programas de “identificación” de inversores en etapas tempranas no hayan sido exitosos revela que existe espacio para mejorar los mecanismos de identificación. Establecer incentivos financieros adecuados para este tipo de iniciativas parece ser esencial para su desarrollo futuro (OCDE, 2006).
Recuadro 3.4 La estrategia de apoyo de la CORFO en Chile
A pesar de estos instrumentos novedosos, el acceso de las empresas nacientes al financiamiento y el crédito continúa siendo difícil. Los bancos comerciales y los inversionistas privados siguen reticentes a prestar a este segmento de empresas, en particular a las que carecen de historial crediticio y las innovadoras, que deben recurrir a recursos propios o fuentes alternativas al crédito bancario como el financiamiento de proveedores. Persiste el sesgo hacia empresas de mayor tamaño de los programas de créditos lanzados por instituciones de segundo piso, la insuficiencia de recursos a largo plazo y el tiempo excesivo de trámite del crédito.
En cuanto a los instrumentos de financiación no bancarios (por ejemplo, venture capital), las instituciones públicas pueden desempeñar un papel importante para favorecer la creación de un clima de inversión favorable y un ambiente económico adecuado. Los problemas de información en el mercado de capital de riesgo son variados y el gobierno puede contribuir a reducirlos, a través de la formación y la capacitación de empresarios, administradores e inversores, y con el apoyo a clusters e incubadoras y favoreciendo las redes de relaciones entre inversores y empresarios (OCDE, 2006).
Microfinanzas en América Latina
Dada la importancia de las microempresas en el tejido empresarial latinoamericano, el microcrédito representa una dimensión fundamental dentro del financiamiento al sector productivo. El acceso al financiamiento para este segmento en América Latina no puede desligarse del desarrollo notable que han experimentado las microfinanzas en la región en los últimos años, lo que ha permitido el financiamiento de una actividad laboral a personas con ingresos bajos e inestables y no sujetos de crédito en otras instituciones. El microcrédito se caracteriza por préstamos de corto plazo (usualmente un año), de poco volumen32, con plazos de amortización reducidos y altas tasas de interés encubiertas.
Una alta percepción del riesgo y una baja rentabilidad de los préstamos figuran entre las principales razones que tradicionalmente explican la baja provisión de crédito a microprestatarios. Sin embargo, la trayectoria de la región refleja que el microcrédito es una actividad rentable y de riesgo moderado. Durante la última década el microcrédito creció a tasas en torno a 45% anual (EIU, 2011) y en 2011 América Latina tenía una cartera de USD 27.6 mil millones para 18 millones de clientes. La gran experiencia adquirida en el manejo del microcrédito en algunos países de la región durante los últimos años ha permitido una ampliación de los servicios ofrecidos y una mayor penetración de las instituciones financieras formales. A pesar de estos avances, todavía su cartera es relativamente pequeña en términos del crédito total.
Sin embargo, para la estabilidad y crecimiento de las microfinanzas en América Latina persisten diversos retos, en especial en lo concerniente al sistema regulatorio y de supervisión. Los aspectos regulatorios son fundamentales para contar con un sistema de financiamiento asequible y justo33. El desarrollo de la normativa regulatoria ha quedado rezagado en relación con el crecimiento del sector, y la supervisión es todavía débil, lo que hace necesario fortalecer el sistema de vigilancia de las instituciones de préstamo y la protección de los clientes34. Además, aún no se identifica claramente la demanda de crédito de las microempresas (si corresponde a capital de giro, compra de activos o consumo).
El microcrédito puede ser una plataforma intermedia hacia instrumentos y canales más formales y complejos de acceso al crédito. Su expansión en América Latina impulsaría la formalización financiera, en la medida que los individuos y las microempresas desarrollen un buen historial crediticio, permitiéndoles acceder a un espectro más amplio de servicios.
Durante la última década el microcrédito creció a tasas en torno a 45% anual (EIU, 2011) y en 2011 América Latina manejaba una cartera de USD 27.6 mil millones para 18 millones de clientes.