Este capítulo analiza la situación de las pequeñas y medianas empresas (pymes) en América Latina en términos de sus capacidades de innovación y desarrollo tecnológico. Se abordan sus restricciones para acceder a la tecnología y beneficiarse de los procesos de difusión y transferencia del conocimiento. Se presta especial atención al uso que estas empresas hacen de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), así como a las políticas de innovación orientadas hacia este segmento del entramado productivo. Asimismo, se examina cómo estas y otras restricciones que enfrentan las pymes alimentan las brechas de productividad y la heterogeneidad estructural, factores característicos de América Latina. El texto culmina con conclusiones y recomendaciones, identificando oportunidades y desafíos para el diseño de políticas públicas.

Introducción

Los nuevos paradigmas tecno-económicos, que están generando una “tercera revolución industrial”, aumentan la dependencia de los procesos de crecimiento y desarrollo económico de las capacidades para crear valor mediante la incorporación del conocimiento, la innovación y difusión del uso productivo de la tecnología (CEPAL, 2012). Estos factores son fundamentales para acelerar el crecimiento y dar saltos de productividad, generar empleos de calidad, reducir la heterogeneidad estructural y avanzar en procesos de largo plazo de mejoría de la distribución del ingreso y aumento de la igualdad. En este proceso el desarrollo tecnológico y la innovación están llamados a jugar un rol protagónico. Ésta se trata de un proceso social y complejo, que evoluciona de la mano de la interacción entre individuos y de vinculaciones y relaciones sociales.

La inversión en I+D en los países de América Latina en 2009 fue 0.7% del PIB, esfuerzo sensiblemente inferior al observado en los países de la OCDE (2.4% ).Esta brecha y la concentración de la I+D en pocos países son factores que explican el rezago de la región en esta actividad.

Este capítulo se concentra en los factores que determinan la capacidad de las empresas, en especial de las pymes, para innovar e incorporar nuevas tecnologías en sus actividades productivas, así como en las principales políticas e instrumentos para lograrlo. En particular, para aumentar la intensidad y cambiar la orientación del proceso de innovación se requiere: i) desarrollar capacidades tecnológicas y organizacionales de firmas e instituciones; ii) fortalecer las arquitecturas de red a las que pertenecen las empresas y configurar “redes de mundos pequeños”1; iii) generar una conexión más virtuosa entre los elementos de las redes existentes (empresas, universidades y centros tecnológicos, y consultores e instituciones intermedias); iv) ampliar los mercados y la división del trabajo para dar lugar a una causación acumulativa2; v) considerar la modalidad de competencia —cómo se apropian las rentas y la importancia relativa de la “destrucción creadora”—, y vi) analizar las instituciones proclives a la innovación (si existen) y sus capacidades. Un proceso de innovación se explica tanto por las características de las empresas como por el entorno macroeconómico y las características socioeconómicas que definen el sistema nacional de innovación (SNI) en el que se encuentran. El régimen de competencia, los procesos de cambio estructural y de destrucción creativa, así como los procesos de aprendizaje, las vinculaciones y las capacidades de las empresas, entre otros factores, determinan la capacidad de innovación de una firma (CEPAL/SEGIB, 2008).

El presente capítulo está estructurado de la siguiente manera. En la primera sección, se analiza la situación regional en materia de innovación, para luego identificar las capacidades y las principales actividades que realizan las pymes al respecto (segunda sección), así como sus fortalezas, debilidades, resultados y obstáculos más salientes (tercera sección). La cuarta sección se concentra en el acceso y utilización de las TIC, así como en las nuevas oportunidades para la digitalización de las pymes y la conectividad regional en materia de banda ancha. En la quinta sección, se presentan algunas recomendaciones sobre la institucionalidad y las políticas públicas necesarias para impulsar la innovación y la difusión tecnológica en las pymes latinoamericanas. 

Innovación en el contexto regional

América Latina se encuentra rezagada respecto a las economías de la OCDE en materia de innovación e incorporación de tecnología, aunque el desempeño de los países de la región es muy heterogéneo (OCDE/CEPAL, 2011). Esto contrasta con la situación en países en desarrollo, como China, que redujeron la brecha tecnológica al elevar la complejidad y sofisticación de sus estructuras productivas y hacerlas más intensivas en conocimiento y tecnología. América Latina ha progresado poco en este terreno y persisten enormes diferencias en comparación con los países avanzados (CEPAL, 2010). 

La baja inversión regional en investigación y desarrollo (I+D) y su concentración en pocos países son algunas de las causas del rezago. En 2009, las economías de la OCDE invertían 2.4% del producto interno bruto (PIB) en I+D, mientras que las de América Latina no llegaban a la tercera parte de ese porcentaje (0.7% del PIB). La evolución en las últimas décadas muestra la persistencia de esta brecha (gráfico 4.1). Además, hay grandes diferencias entre países: por ejemplo, en 2009 Brasil invertía en I+D 1.2% del PIB, en tanto Bolivia destinaba menos de 0.2%. Al interior de los países de la región, se registra una heterogeneidad igualmente importante en las características de esta inversión según tipo de empresa y sector económico. Más aun, América Latina se encuentra muy atrasada también con respecto a los actores que realizan las inversiones en innovación. Mientras que en los países de la OCDE las empresas realizan 60% de la inversión en I+D, en la región el sector empresarial generalmente no prioriza a la innovación y el desarrollo tecnológico, financiando en torno al 40% de las actividades de investigación y desarrollo. 

Varios elementos influyen en la capacidad innovadora de las empresas. Desde una perspectiva general, el entorno institucional en que están insertas incide en su conducta innovadora. En términos sectoriales, son importantes las características de la actividad empresarial y sus vinculaciones con los actores y agentes del sistema nacional de innovación (empresas, universidades, centros tecnológicos, consultores, instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales y sociedad civil). A nivel de las empresas, son determinantes sus capacidades internas y los esfuerzos que realizan. La innovación mejora la calidad de los productos y procesos, aumenta la productividad y competitividad, y hace posible un mejor posicionamiento en los mercados nacional e internacional y el avance hacia actividades con mayor valor agregado (Cimoli, Primi y Rovira, 2011; Dini y Stumpo, 2011). En este esfuerzo, son importantes los procesos de aprendizaje y de acumulación de conocimiento, generados en la propia empresa y en su interrelación con otros actores. 

Las empresas son actores clave de un sistema nacional de innovación porque utilizan los avances científicos y tecnológicos en la producción para desarrollar nuevos productos y procesos o mejorar los existentes, lo que permite aumentar la productividad y competitividad.

Cuatro factores, entre otros, determinan la capacidad innovadora de las empresas: sus posibilidades de absorción de conocimiento, el número de ocupados, su sector de actividad y el contexto en que operan. Dada la diversidad empresarial y la importancia de las pymes en el tejido productivo de los países de la región, es clave analizar sus capacidades y limitaciones en materia de innovación. La conducta innovadora de las pymes suele constituir una reacción espontánea a la presión competitiva de las grandes empresas. Sus estrategias y actividades de innovación a menudo responden a estrategias informales y no son resultado de una planificación. Dadas sus restricciones en materia de capacidades, generalmente buscan captar nichos de mercado más que avanzar en mercados masivos.

Gráfico 4.1. América Latina y OCDE: Inversión en I+D y distribución según origen del financiamiento, 1990-2009

Statlink: http://dx.doi.org/10.1787/888932719276

Las diferencias de tamaño entre las empresas afectan directamente a sus capacidades de innovar. Las grandes empresas pueden beneficiarse de los rendimientos crecientes de las actividades de investigación y desarrollo, mientras que las pymes enfrentan restricciones graves debido a su menor tamaño. Esto da lugar a desempeños innovadores más débiles y a menores posibilidades de usar productivamente las tecnologías. Sin perjuicio de su heterogeneidad, las pymes enfrentan restricciones comunes. Las principales son el acceso al crédito y a recursos humanos calificados, la menor propensión exportadora, la inferior capacidad de interacción con otras empresas e instituciones de formación de recursos humanos y de investigación, y la escasa pertenencia a redes. La diversidad entre sectores y dentro de estos incide en su propensión a innovar. Las pymes latinoamericanas suelen concentrarse en rubros (comercio, servicios informales y manufacturas básicas) que, por sus características en la región, demandan poco conocimiento.

Los centros de investigación públicos y las universidades constituyen un apoyo fundamental para el desarrollo de tecnologías e innovaciones para las pymes. Un tema central para la innovación es la cooperación y vinculación entre agentes públicos y privados (Nelson, 1993; Dosi y Cimoli, 1994; CEPAL/SEGIB, 2010). Junto con las instituciones y normas vigentes, estos agentes forman el sistema nacional de innovación, en el que se dan los procesos de incorporación de tecnología y se determina el ritmo de la generación, adaptación, adquisición y difusión de conocimientos tecnológicos en las actividades productivas (Lundvall, 1992). Los vínculos y la interacción entre los agentes del SNI son importantes para el desarrollo científico y tecnológico de los países y el impulso que el conocimiento puede brindar al sector productivo (Nelson, 1993; Dosi y Cimoli, 1994; CEPAL/SEGIB, 2010). 

Entre los actores clave del SNI se destacan los gubernamentales, las instituciones de educación superior, los centros de investigación y las empresas. Estas últimas son esenciales puesto que, en colaboración con otros agentes, utilizan los avances científicos y tecnológicos en la producción, el desarrollo de nuevos productos y procesos o la mejoría de los existentes, para lograr aumentos de productividad y competitividad (CEPAL/SEGIB, 2010). En general, las grandes empresas desarrollan diferentes grados de colaboración en los SNI latinoamericanos, mientras que las pymes a menudo no disponen de los recursos necesarios para la investigación y carecen de la capacidad para vincularse con otros actores del sistema.

Las debilidades de los SNI de la región tornan más difícil que las empresas, sobre todo las de menor tamaño, puedan disponer de las capacidades para competir en un escenario de rápido progreso técnico y creciente especialización. Los SNI latinoamericanos enfrentan restricciones en las capacidades de sus componentes, cuya heterogeneidad dificulta la coordinación. En materia de ciencia, tecnología e innovación (CTI), el rezago respecto de las economías más desarrolladas es enorme como consecuencia de la baja demanda de CTI por los sectores productivos y la poca inversión en I+D, especialmente por parte del sector privado. Las capacidades requeridas por las pymes, solo pueden ser plenamente desarrolladas en redes, donde los flujos de información y tecnología entre empresas y organizaciones son tan importantes como los de insumos y bienes. De esta forma pueden incrementar el valor agregado y lograr importantes aumentos de productividad (CEPAL, 2010).